Share this to :

Este grupo de personas lleva 10 años velando por la seguridad alimentaria, recibiendo líneas avanzadas de cultivos como fríjol, arroz, maíz y papa, para compartirlas con los productores y sus familias. Así, estos agricultores pueden beneficiarse no solo nutricionalmente con semillas biofortificadas, sino también de una manera más amigable con el medio ambiente, mejorando la calidad de sus productos.

Biofortificados realiza un seguimiento del proceso de siembra hasta tener las variedades listas para ser registradas ante el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). Estas variedades, desarrolladas mediante fitomejoramiento convencional, están diseñadas para aumentar los contenidos de diferentes micronutrientes como hierro, zinc y vitamina A.

“Esto nos ha permitido tener un portafolio variado en el país, pues ya contamos con 5 variedades de fríjol liberadas, una variedad de arroz, una variedad de maíz y un híbrido de maíz. Nosotros le llamamos la canasta básica de alimentos”, comentó Luz Andrea Jiménez, Coordinadora del programa de Biofortificados.

Además de los agricultores, su público objetivo son los consumidores en zonas rurales. De acuerdo con Sonia Gallego, Asociada Senior de Investigación en Postcosecha, se prioriza a poblaciones vulnerables de Latinoamérica cuya seguridad alimentaria o nutricional está comprometida por la deficiencia de vitaminas y minerales en sus áreas. Con estos alimentos biofortificados, se busca tener un impacto positivo tanto en la salud como en la calidad de vida de las personas en estas regiones.

“En todos estos años hemos llegado a 27 departamentos de Colombia, alcanzando unas 50,000 familias rurales. Participamos en la difusión de estos nuevos materiales y en procesos de fortalecimiento técnico en agronomía, como las prácticas de postcosecha y de mercados,” manifestó Luz Adriana.

Share this to :